A continuación vamos a reproducir una parte de la colección de escritos del Antiguo Mercurio Peruano cuyo autor es el economista vasco José Ignacio de Lecuanda y Escarsaga quien escribe este texto con mirada descriptiva y crítica sobre la naturaleza y la situación de la provincia a fines del siglo XVIII, e inclinado hacia una visión utilitaria de las potencialidades económicas de un espacio que atravesaba por una crisis económica. Todo esto en un contexto de pensamiento ilustrado y científico que tuvo como base los aportes del obispo Baltazar Jaime Martínez de Compañón, el mismo Mercurio Peruano y la expedición científica y política de Alejandro Malaspina.
*Aunque de Lecuanda es el autor, esta descripción fue firmada por Sifronio, seudónimo de Manuel Millán y Agurre, cura de Olleros.
"Si la edad de oro fue aquella tan celebrada de los poetas en que todo era común, y en que las gentes del antiguo Lascio recogían los frutos más sabrosos y abundantes sin cultivar los campos, ni manejar el corvo arado; fue sin duda la más infeliz en que han vivido los mortales. Ellos contentos con esos agrestes alimentos vivirían independientes, y procurando conservar esa fantástica prerogativa multiplicarían sus necesidades y miserias. Aislados en una selva pasarían el tiempo con fastidio, y gozando de una felicidad que no sabían aprovechar, aspirarían ansiosos a otros placeres que ellos no podían conocer sin la dependencia mutua y los vínculos de la sociedad. La manía común de ensalzar lo antiguo aunque merezca el vituperio, hizo que mirasen como felices aquellos tiempos en que el más distinguido se vestía de pieles y se alimentaba de bellotas, y sin más derecho que sus fuerzas eliminaba a sus semejantes. Solo las leyes de Saturno pudieron hacer a aquellos hombres más libres haciéndonos dependientes; y las monedas que introdujo, dándoles a conocer el precio de las cosas, fueron el móvil de su fortuna. Aprendiendo a darles el uso respectivo empezaron a ver un teatro muy diverso. Se promueve el comercio, se minora la ferocidad y la barbarie, y la santa amistad hace patentes sus delicias; las selvas luego se convierten en ciudades, y ya son útiles los hombres que antes se devoraban mutuamente.
Tal fue el principio de las sociedades (1) y el medio que las condujo a tan alto grado de opulencia. Sin estos dos resortes no prosperan; pues sin las leyes se violan los derechos de la humanidad y no se promueve la industria, y sin la moneda, aunque aquellas vengan a su auxilio, esta se amortigua: así los más feraces territorios que carecen de esta última ventaja, no salen de su pobreza, ni pueden ser útiles los dones que con prodigalidad les franquea la naturaleza.
Entre estos se debe numerar la provincia de Chachapoyas de la Intendencia de Trujillo, sumamente fértil y abundante, y en donde parece derramó el criador todos sus tesoros. Su jurisdicción se extiende de E. a O. más de 140 leguas, y de N. a S. más de 50. Comprende las provincias de Luya, Moyobamba y Lamas, situadas al N. del Marañón, y confinantes por el mismo rumbo con montañas incógnitas de infieles, por el N.O. con la provincia de Jaén, con el S. con la de Cajamarca, por el S.O. con la de Cajamarquilla de Patás, y al E. con las misiones de Maynas de la presidencia de Quito.
La provincia de Chachapoyas de divide en 9 curatos, cuales son el de su nombre, Levanto, La Jalca, Cheto, Olleros, Chilliquin, Chisquilla, Yambrasbamba y Corobamba.
(1) Aunque es incontestable que desde el origen del mundo hubo sociedades arregladas ya bajo del primer padre de los mortales, ya bajo los patriarcas de sus descendientes; con todo cualquiera que no sea peregrino en la historia confesará, que en los tiempos sucesivos llegaron los hombres a tal decadencia, que apenas parecían racionales por el semblante y por aquellos vestigios de razón; y que de estado tan fatal han salido solo por los medios que ha proporcionado la providencia.
El de Chachapoyas tiene por matriz a la ciudad de este mismo nombre (1), una de las más antiguas, fundada por algunos conquistadores que cansados de los trabajos de Marte escogieron este suelo para pasar los días restantes de su vida. Su clima es muy benigno, pues allí se goza de una continuada primavera, conservando los árboles en todo el año sus hojas, flores y frutos. Tiene el título de muy noble y muy leal, por haber sido fiel a la corona en las alteraciones del reino, y es gobernada por un subdelegado de intendente. En tiempos anteriores hacía más figura en el mapa político de esta América meridional; pues tenía cajas reales y todos los oficiales de República: ahora solo subsiste la administración del tabaco, y de otras rentas de S.M. con sus respectivos oficiales y subalternos. Existen en ella varias iglesias como la parroquial, cuyo patrón y titular es San Juan Bautista, dos ayudas de parroquia, y una capilla nombradas San Lázaro, Santa Ana, y Burgos, y los conventos de San Francisco, La Merced y Belen. Comprende esta feligresía algunos anexos que distan de ella de una a cinco leguas.
Levanto (2), situado al S. de Chachapoyas, dista de allí tres leguas, y en él se venera una milagrosa imagen de María Santísima, que los conquistadores condujeron desde España. Tiene tres anexos nombrados Colcamar, Huancas y Sonche. En Colcamar curten suelas, en Sonche fabrican ollas y tejas, y en los otros dos pueblos de ejercitan sus habitantes en la labranza del campo.
(1) Se deriva de Sachapullo que quiere decir monte de nubes por las muchas que aparecieron, donde yace la ciudad al tiempo de fundarse.
(2) Este nombre le viene de haberse levantado de allí los conquistadores algunos años después de su establecimiento, porque les pareció mejor el terreno donde está y fundaron la ciudad de Chachapoyas.
Confina con el antecedente la Jalca, cuyo cura es religioso Mercedario. Sus anexos son el Tambo de Suta, donde hay un resguardo de S.M. para evitar las extracciones ilícitas de tabaco, y los pueblos de la Magdalena y San Cristóbal Sus naturales por lo regular son arrieros y labradores.
Cheto se halla a las siete leguas de la capital, y tiene tres anexos bastante infelices y despoblados. Ala una legua de distancia está el de Soloco, a las dos el de Chelel, y el de Cochamal a las doce, que contienen muchos tránsitos y ríos peligrosos. Este último se halla en el valle de Huayabamba que es de buen temperamento, y se dilata más de diez y seis leguas hasta el Huambo, pueblecito de conversiones de Religiosos Franciscanos muy avanzado a la montaña.
Olleros, colocado al N. de Chachapoyas, contiene un terreno rodeado de páramos y cordilleras frígidas y elevadas, e inundado de muchos ríos que corren por las quebradas que hay entre sus pueblos, de suerte que estos en tiempo de aguas son intransitables. Sus anexos son Taulia, Diosan, Yambajalca, Casmal, distantes cuanto más cinco leguas de su matriz, y Mian a las veinte en Huayabamba. Este se halla bien poblado de gente blanca que hace su comercio con excelentes azúcares, tabaco, y muchos mantenimentos. Solo tiene un camino por donde se ha de ir precisamente, muy áspero, cenagoso y regado de infinitosríos; por lo que sus moradores no se calzan, pues de otra suerte contraen enfermedades. Allí son copiosas las lluvias, furiosos los huracanes, e impetuosas las tormentas de truenos y rayos que consumen los vivientes y sus casas. Las gentes de los otros pueblos crían algún ganado vacuno y lanar, cosechan papas, ocas, maíz y varias semillas, e igualmente trafican con tabaco y otros frutos.
Chilliquin linda con el anterior, y tiene por anexos a distancia de seis leguas poco más o menos a Quinjalca, Vituya, Cuelcho y Yurumarca, en donde se trabajan unas minas de sal de que se abastecen esta provincia, y las de Cajamarca y Jaen.
Chisquilla muy reducido, tanto por el corto número de habitantes, como por estar a la entrada de la montaña, tiene sus pueblos a pocas cuadras unos de otros. El clima es bien templado, y sus naturales se ejercitan en la labor del campo y la arriería.
Yambrasbamba, situado también en la montaña, y distante ocho leguas de Chisquilla es de muy corto vecindario, y tiene por anexos a Yapa y Chirta.
Corobamba confinante con Jaen y la montaña incógnita, es de un temperamento sumamente frígido. En este pueblo hay dos cuevas fabricadas por la misma naturaleza tan espaciosas que en cada una caven cincuenta hombres con sus lanzas levantadas. Sus anexos son Sipasamba y Pomacocha, y en el primero, que es de buen temple, hay una famosa laguna de más de siete leguas de largo, en donde se crían algunos peces, y en cuyas orillas nacen muchas totoras, de las que tejen esteras. Hay también en él varios manantiales de agua salubre que cocinada en ollas se coagula y deja una sal muy dura y blanca. Se recogen en los campos de esta doctrina sazonadas frutas, abundantes mantenimientos, mucho tabaco bracamoro, azúcar, raspaduras y aguardientes extraídos de la caña dulce que benefician.
La provincia de Luya se compone de seis curatos; el de su nombre, Olto, Santo Tomás, las Balsas, Yamon y Baga.
A distancia de cinco leguas de la ciudad de Chachapoyas está la matriz del primero en el valle de Jucusbamba o Lamud, al que riega y fecunda un río que pasa por medio de él; por estas razones el granero de donde se abastece aquella capital de trigo, cebada, maíz y otras semillas. Sus anexos son Luya, capital de la provincia de este nombre y el delos Chilaos, Cuemal, Paclas, Quispi, Bilaya, y las haciendas del Tambillo y Dumia. Estos dos últimos distan mucho de la parroquia; pues el primero está a las veinte leguas de intransitables caminos en Chilaos, y el segundo a las diez y seis de peores tránsitos, y ríos sumamente peligrosos. El temperamento del valle es muy benigno, por lo que moran en él muchos de los otros pueblos de la doctrina.
Olto, distante a una legua al O. del anterior, tiene dos anexos San Gerónimo y Chosgon, y varias haciendas de poca entidad, en las que cosechan tabaco y caña dulce.
Santo Tomás linda con Luya y tiene minas de oro, de las que sacan bastantes castellanos. Sus anexos, San Idelfonso, el Tingo, desde donde hasta el valle de Sesuya, dirigiéndose al O., hay doce leguas de caminos muy fragosos; Ocumal vice-parroquia, y el pueblo de Mendan, siendo necesario dar una vuelta de cuarenta leguas para llegar a la matriz por caminos muy ásperos, ríos peligrosos y punas frígidas. En el valle hay crecido número de gente blanca y muchas haciendas, en las que se recoge tabaco, caña dulce, plátanos, yucas, y varias semillas.
Las Balsas, puerto real por donde pasan el Marañón pagando dos reales de flete por cada carga, es resguardo para precaver las extracciones de tabaco y tiene minas de oro. El calor que allí se experimenta es excesivo, y sus habitantes son indios y mestizos. A las catorce leguas de caminos muy fragosos tiene por anexo el pueblo de Uchumarca, a las ocho el de Chiquibamba en Chachapoyas, a las diez y seis la hacienda de Cochabamba y el asiento de Leymebamba, y a las siete de este el pueblo de San Pedro. Confina esta doctrina al E. con Cajamarquilla, y al N. con los curatos de Santo Tomás, la Falca y el río Marañón.
Yamon se dilata en Chillaos sobre cuarenta leguas, separándola un río del valle de Sesuya. Sus anexos son Quispis, Lomya, Cumba, Blacho en la jurisdicción de Chachapoyas, Pimpincos a la otra banda del Marañón en el territorio de Jaen, y las haciendas de Cococho y Cocochillo. Los más de sus moradores son blancos que crían algún ganado mular y cosechan tabaco, cacao y achiote.
Bagua, contigua con la doctrina anterior, tiene sus pueblos al N. del Marañón. Estos son Bagua grande, Jamalca, las haciendas del pintor, Chirigua, Collecate, la Coca, Timorbamba, Nuña, Limenlegía en un terreno de veinte leguas de temperamentos muy ardientes y nocivos a la salud; así los habitantes so unos pocos mestizos y raro el indio, pues cualquiera de ellos que entra, luego muere. Estas gentes son muy dadas al ocio tanto por el sumo calor, como por lo pródigo de la tierra que produce abundancia de plátanos, raíces y carnes con que se alimentan. Comercian con sebo, ganado vacuno y mular, algodón, cascarilla, brasil, zarza, cera negra y otras varias especies.
La provincia de Moyobamba se reduce a solo dos curatos; el primero su nombre, y el segundo Soritor.
Aquel no tiene más pueblo que la ciudad de Santiago de los Valles situada en un llano tan dilatado que hace horizonte sin que se distinga cerro alguno. El terreno es montuoso, muy húmedo y lleno de ciénagas a causa de los muchos ríos que lo inundan. Tiene algunas haciendas de poca consideración no obstante ser la tierra tan fecunda, que sin la menor fatiga recogen sus naturales tantos plátanos, raíces, semillas y frutas, que además de alimentarse con ellas, cambian por harinas, tasajos y cecinas de Chachapoyas, pues ni cosechan trigo, ni pueden conservar algún ganado por los muchos tigres que lo devoran, y por los subyacuros, especie de gusano que introducidos entre el cuero y carne de las reses las consumen. Por esta razón están siempre ansiosos de carne, de suerte que cuando la consiguen de mono de los muchos que crían en aquella montaña, se dan los parabienes de un buen día. En dicha ciudad, además del cura, hay uno que otro eclesiástico, algunos españoles, mucha gente blanca, y pocos indios. Su destino común es extraer caldos de la caña que siembran, hacer hilados del mucho algodón que recogen, y tejer tocuyos, lonas y listados pintados con las yerbas de aquellos montes. Se visten con estos mismos tejidos, y solo apetecen algunos la ropa de Castilla para los días festidos. Su comercio consiste en estos efectos, en almendras, cacao, caraña, achiote, aceite de María, bálsamo de canime, veneno para los cazadores, cera de pellinque, estoraque y buen tabaco, que dejan cada año de ocho a diez mil pesos.
Soritor, doctrina bien infeliz, dista seis leguas de la antecedente, y tiene por anexos los pueblos de Yrarani, Yantulos, Nijaque avisado, y el asiento de Uquiguani con pocos naturales que cosechan algodón y tabaco, y se mantienen de la cacería de monos, loros y otros pájaros.
La provincia de Lamas, situada en lo interior de la montaña, dista de la de Moyobamba cuarenta leguas de caminos peligrosos y despoblados. El año de 1650 la conquistó el general D. Martín de la Riba; y no obstante el largo tiempo que ha corrido pasa por conversión, por lo que sus naturales no pagan tributo. Sus curatos son la ciudad del triunfo de la Santa Cruz de los motilones (1) de Lamas, Tarapote y Cumbaza. Aquella ciudad yace en una ladera cortada de varias barrancas que la hacen incómoda y de una figura irregular, estando circundada al mismo tiempo de dos ríos de Huánuco y Moyobamba, y sus anexos son Tabalosos y San Miguel del Río.
El segundo y tercer curato eran anteriormente sus anexos: pero por representación que hicieron sus vecinos al superior gobierno se entregaron el año pasado de 1789 a los Padres misioneros de Ocopa.
El comercio de esta provincia se reduce al expendio de las mismas manufacturas de algodón que se trabajan en Moyobamba.
Esta grande extensión de tierras despobladas y desiertas, rodeadas de cordilleras y de enmarañados montes, es el cuadro más hermoso en donde la naturaleza ostenta sus primores multiplicando los contrastes. Aquí el tigre audaz hace resonar las selvas con sus bramidos, destroza los ganados, e insulta al bravo león y al oso furibundo: allí la Guangana o jabalí, el venado y otras mucha fieras son la presa del cientopies y de las volantes víboras que acaban con sus vidas, y las de los racionales que transitan: allá aparecen las marimondas y los monos negros y blancos, que agraciados y traviesos imitan muchas acciones de los hombres: acá se ven las dantas (2), el cauchul (3), y el zorrillo (4), que lejos de destruir a los mortales suelen servirles de alivio, de alimento y de recreo.
En medio del temor y la congoja de que es ocupado el miserable viajero, recibe su espíritu el más indecible júbilo, se dilata, y ensalza las obras del Criador al escuchar los armoniosos conciertos formados por las suaves y melosas voces de una infinidad de volátiles, que encantan igualmente con los vistosos colores de sus plumas. Entre ellos se distinguen el pequeño pajarito nombrado órgano (5), el trompetero, el carpintero (6) que al impulso de su duro pico taladra los más duros árboles, el pichico que entona dificultosas sonatas, y baila al son de cualquier instrumento músico, el hermoso paugi, la pincha o guasale (7) del tamaño de una cuarta, cuyo pico es mayor que el cuerpo: el pica-flor (8) admirable por su cuerpecito, sus pintas y la velocidad de su vuelo, el quien-quien (9) recomendable por su industria, y los finos loros que en nuestro idioma alaban al Todo-Poderoso.
(1) Le viene esta denominación de que sus naturales cuando fueron conquistados, usaban el pelo corto, y aun ahora, lo tienen por costumbre, pintándose los rostros de negro y colorado.
(2) Conocidas bajo el nombre de gran-bestia. Representan un mixto de camello y venado, y son cuasi del tamaño de este. Su cabeza y orejas son grandes, y el labio superior es tan largo que les embaraza para comer, lo que ejecutan andando hacia atrás: su cola es corta y las uñas hundidas, y solo el macho tiene cuerpos. Padecen continuamente el mal caduco, del que sanan introduciendo en la oreja la uña del pie derecho por lo que se aprecian para curar esta enfermedad los anillos que se forman de los trozos de ella. Su carne es tan sabrosa como la de vaca.
(3) Se particulariza entre todos los cuadrúpedos en el modo de concebir; pues la hembra tiene un seno a manera de bolsa en lo exterior de vientre; donde se engendran sus hijos, y están a la vista haciendo varios movimientos.
(4) Se dice que su corazón tiene la virtud de curar el dolor de costado.
(5) Porque entre dos de ellos con su canto imitan naturalmente a este instrumento.
(6) Se llama en la Europa pico-verde. Su tamaño es poco más o menos de una cuarta. El plumaje de sus alas, espalda y cola, es de color de un gis muy fino, el buche y toda la parte posterior es de caña verde, y en la cabeza en los lados cerca de los ojos tiene unas pintas coloradas. El pico lo tiene bastante largo, y extraordinariamente duro y fuerte (Espect. de la Natur., tom. 2, pág. 36), la lengua aguda y de desmesurada longitud, y además de esto, dentellada o armada de pequeñas puntas, y siempre bañada de liga hacia su extremidad. Su canto es una especie de graznido.
(7) Se asegura que su lengua sirve para curar el mal de corazón, puesta en el agua que se ha de beber.
(8) Este nombre le viene de mantenerse picando las flores, con cuyo jugo se alimenta.
(9) Esta es la expresión de su canto. Cuelga en los árboles su nido al modo de una talega larga tejida de pajas que no podría imitarla el hombre más prolijo.
La obra parece completa, pero le dan un nuevo realce no solo las innumerables fuentes que brotan sabrosas y cristalinas aguas por ende los duros peñascos de los cerros, desde cuya elevación destilan y corren precipitadas, coservando su frescura y adquiriendo cierto grado de salubridad (1); sino también muchos ríos, entre los cuales merecen algunos que se haga de ellos mención particular.
El famoso Marañón, viniendo por las provincias de Huamalies y Patás, se introduce en las de Chachapoyas, Luya y Jaén, y se hace navegable en un lugar distante veinte leguas de la ciudad, de este último partido. Desde aquí se embarcan en canoas los naturales del país, y corren hasta Santiago de Borja, Santa Catalina, el pueblo de la Laguna, montañas de Maynas y los dominios de Portugal.
El río de Huayabamba que desciende de las serranías que circulan este ameno valle, engañándose con las aguas que le tributen otros menores, pasa por la conversión de Huamba, se interna en la montaña incógnita, y después de correr un espacio muy dilatado, se une con el Moyobamba cerca de los Lamas.
Este después de bajar de la cordillera del pueblo de Olleros, aumentando en la montaña con varios raudales su curso por la ciudad de Santiago, Lamas y Cumbasa, y unido en el Huallaga y río de Patás, se hace navegable.
(1) Esto es evidente; pues las aguas del puquios, como detenidas y no depuradas por la colisión que sufren en el descenso por esas cascadas formadas por la naturaleza, engendran unos cotos muy disformes.
De los altos cerros de Yambrasbamba se precipita un río, que girando hacia el N. pasa por este pueblo, y se introduce en una dilatada montaña que se considera poblada de indios infieles.
El Uccubamba (1), que nace de las vertientes de los páramos de Cajamarquilla y fertiliza las provincias de Chachapoyas, Luya y Chillaos, se transita por bien construidos puentes, o en balsas y canoas.
A este lo hace más caudaloso el río Sonche, que tiene su principio en los páramos de Bagazan situados en el camino de Moyobamba; el que baja al pueblo de Tauliá y se encuentra con el de Cheto, proveniente de los derrames del Huayabamba.
Chinchipe, en cuyas playas se lava bastante oro de bien subidos quilates que producen sus ricas arenas: se deriva de las distantes cordilleras de Loja, provincia de la presidencia de Quito, y atravesando toda la de Jaen, junto a Tomeperda se confunde con el Marañón, del mismo modo que todos los demás que hemos referido.
En todos estos ríos se pescan sabrosos buquichicos o vagres, en las lagunas de Lamas muchos hostiones y el huaman, especie de peje-sapo en Huayabamba.
Con la suma abundancia de agua que derraman, de tal modo fecundan estas provincias, que aunque se componen de una continuada serranía sin interrupción de llanos, se conoce muy bien que terminan en la montaña, o son principio de ella; pues aun las cordilleras más rígidas se hallan copiosamente vestidas de diferentes árboles silvestres, de cuyas frutas se alimentan infinitos pájaros y animales, que en ellas se crían. Entre ellos se distinguen el cocobolo, el caoba, el guayacan, de los que por la dificultad de su conducción solo se logran para bastones algunos trozos de particular lustre, las altivas palmas cuyos troncos sirven de pilares en las casas, y los soberbios nogales estimados solo por las grande vigas que de ellos se forman; pues sus nueces ocultan el meollo bajo de una corteza tan gruesa, que es preciso darle muchos fuertes golpes para verlo. Las maderas de los otros árboles sirven unas para el abasto común de leña y carbón, y otras para canoas que se forman de una pieza.
(1) Así se nombra por el mucho algodón que se cosecha en sus márgenes, el que en el idioma del país se llama Ucce.
Los campos producen espontáneamente varios árboles y yerbas medicinales como el numalla, de cuyas ramas quebradas sale un humor del color de leche; el chep que produce flores aromáticas, el drago, cuya resina es de color sangre, la calaguala, la contra-yerba, el pimpin y otras muchas, que prefieren los naturales del país al medicamento más bien recibido entre los profesores de la medicina.
Con toda esta gran ventaja no ha hecho mayores progresos la agricultura; pues arando los más la tierra con una reja de palo, apenas la penetran media cuarta. Con este preparativo siembran maíz, frijoles, alberjas, papas, trigo y cebada, por lo que consiguen cosechas muy escasas. En todo tiempo recogen tabaco bracamoro de superior calidad, para cuyo plantío y beneficio se ocupan en rozos, y en incendiar montes. En los temples ardientes siembran caña dulce, naranjos agrios de Portugal, limones reales y sútiles, paltos, duraznos, capulíes (1), zapotes mameyes, quinas, palillos, huanábanos, piñas, chirimoyos, plátanos, y la blanca y celebrada pitajaya.
(1) No deben confundirse con las pequeñas matas que producen aquellas frutas encerradas en su capullo, que por el cierto olor que despiden, entran en la mixtura, composición tan celebrada de las
madamas de Lima; pues son unos árboles corpulentos, cuyo sabrosos fruto del tamaño de un coco pequeño, incluye algunas pepitas iguales a este en la dureza.
Contentas estas gentes con tales alimentos, no aspiran a otras conveniencias, ni propenden al mejor trabajo de los campos, que les rendiría las mayores utilidades; por esta razón las haciendas producen tan poco, que apenas pueden mantenerse sus dueños y pagar las pensiones que están cargadas. Para ver estos cortos provechos los pobres hacendados viven en un desierto bajo de una humilde choza separados del trato civil; pero aunque quieren ellos adelantar sus labores, es imposible; así porque escasea la gente, como porque los que pudieran ayudarles sirviéndoles a jornal lo tienen a mengua; pues con sembrar cuatro matas de maíz, criar dos vacas, seis gallinas, un gallo y un cerdo en un barranco separado de la comunicación de los hombres, ya se constituyen hacendados. Este es un mal común que se reconoce en todos los naturales; pues aun los que ejercen oficios mecánicos como sastre, el zapatero, el herrero, etc., son al mismo tiempo labradores, viajeros y mercaderes, sin saber perfectamente la agricultura, ni el arte que profesan. Esta es una de las principales razones porque no conocen la opulencia, ni las otras comodidades que acarrea a industria, y viven en la misma miseria que los antiguos moradores de este territorio.
Tal desidia e inacción es el origen fecundo de donde se deriva la ignorancia y estupidez de estos naturales, entregados los más a las vanas supersticiones, y careciendo otros, aunque tengan buen ingenio, de la correspondiente instrucción por falta de maestros. Pero si saliese de este letargo, se aplicasen a las artes y oficios, y estas tan vastas y despobladas tierras se hallasen ocupadas de más hombres, mudaría de aspecto la provincia. No serían como ahora tan pocos los intereses que le rindiese su comercio: y si al presente por el ramo de tabaco le entran setenta u ochenta mil pesos anuales, tal vez se cuadruplicaría la partida; y creciendo de este modo los manantiales de la felicidad pública, se aumentaría a proporción la de los particulares.
La población de estas provincias está regulada en veinte y cinco mil trescientos y sesenta y ocho habitantes: los mil quinientos treinta y dos españoles; doce mil quinientos ocho indios; mil novecientos treinta y ocho mestizos; cuatrocientos ochenta y siete pardos; y trece negros. Corto número en un terreno tan dilatado, y que desde luego, como en el resto del Perú, influye en su actual decadencia y miseria."
Fuentes:
pucp.edu.pe(PDF)
unirioja.net (PDF)
rac.es/ficheros/doc/00551.pdf
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